GILLES LIPOVETSKY, en su segundo trabajo, El imperio de los efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, publicado en 1987, llevó a cabo un amplio estudio sobre la moda, enfocado desde una perspectiva histórica, en el que intentó explicar la influencia de los cambios en los gustos de la moda en el sentido de la tolerancia y el relativismo en los valores, factores dominantes del individualismo del presente. ¿Queda algo que, al menos parcialmente, no sea regido por la moda?, se pregunta nuestro autor.
Tras un primer período, que se extendería desde finales de la Edad Media hasta bien entrado nuestro siglo, donde la connotación de la moda es primordialmente distintiva de clase, nos hallamos en una segunda fase, cuyo ideal supremo es parecer joven.
"Vivimos inmensos en programas breves, en el perpetuo cambio de las normas y en el estímulo de vivir al instante."
La moda abierta de esta segunda etapa está dominada por el look -esquisito artificio por el que lo rebuscado debe parecer espontáneo que nos habilita para disfrutar y exhibir el espectáculo de nuestra renovada imagen a la carta para la admiración del otro.
La sociedad frívola, sostiene Lipovetsky, no escapa al orden democrático, sino que lo consuma, pues cree ver en la frivolidad el último eslabón de la aventura capitalista-democrática-individualista".
Entiende Lipovetsky que "el estado de gracia del mercado', transido por un estilo de vida lúdico-estético-hedonista-psicologista-mediático', constituye la superación de la moda contestataria, donde sobrevivían los últimos vestigios de la utopía revolucionaria.
El eje central de la obra de Gilles Lipovetsky es el análisis del paso de la modernidad a la hipermodernidad en las sociedades desarrolladas.
Para Lipovetsky el desarrollo de la globalización y de la sociedad de mercado ha producido en estos años nuevas formas de pobreza, marginación, precariedad del trabajo y un considerable aumento de temores e inquietudes de todo tipo.
Tal como leemos en las páginas finales de este volumen, en la sociedad hipermoderna el peligro no viene por algo que precisamente la caracteriza, lo que Lipovetsky denomina hiperconsumo. “Cuanto más se impone la comercialización de la vida, más celebramos los derechos humanos. Al mismo tiempo, el voluntariado, el amor y la amistad son valores que se perpetúan e incluso se fortalecen”. El peligro viene para Lipovetsky de otra parte. Procede de lo que él denomina una inquietante fragilización y desestabilización emocional de los individuos.
La debilidad de cada uno tendría su origen en el hecho de que cada vez estamos menos pertrechados para soportar las desgracias de la existencia, y ello no porque el culto al éxito o al consumo provoque esa fragilidad, sino porque las grandes instituciones sociales han dejado de proporcionar la sólida armazón estructuradora de antaño. De ahí vendría la ola de trastornos psicosomáticos, depresiones y demás angustias con las que las distintas industrias que producen psicofármacos se enriquecen.
Considera la imagen como el artífice máximo de la civilización superior que ha tenido lugar en la historia.
La práctica del 'culto al cuerpo' se coloca hoy como preocupación general, que atraviesa todos los sectores, clases sociales y períodos etarios, apoyada en un discurso de cuestión estética, y qye muestra preocupación por la salud.
Es posible que entendamos la preocupación por el culto al cuerpo como un rasgo característico de las sociedades contemporáneas, así como también como un aspecto íntimamente ligado a la constitción de lo 'moderno'.
La década del '20 fue también decisiva en la configuración de un nuevo ideal físico, habiendo la imagen cinematográfica interferido significativamente en esta construcción. Hacia el final de la década, las mujeres, bajo el impacto combinado de las industrias de los cosméticos, de la moda, de la publicidad y de Hollywood, incorporaron el uso del maquillaje, principalmente el lápiz labial, en sus vidas cotidianas y se pasa a valorizar el cuerpo esbelto, firme. Como señala Featherstone (1993), la combinación de esas cuatro industrias fue fundamental para la victoria del cuerpo delgado sobre el obeso, en el transcurrir del siglo XX.
Las mujeres fueron abandonando los corsés y las cintas, que cedieron su lugar a bombachas y corpiños. Las faldas se fueron acortando, las medias valorizaron las piernas y los tejidos pesados fueron reemplazados por otros más ligeros que permitían que se marcaran las curvas del cuerpo.